El pasado jueves 5 de noviembre de 2015, arribaba la Nao Victoria a la dársena de Curuxeiras, en Ferrol, donde permaneció atracada hasta el domingo 8. Durante tres días fue posible admirarla, visitarla y conocer un poco más de nuestro patrimonio naval con la ayuda grata y amena de su tripulación.
La Nao Victoria es una réplica fiel del primer navío que dio la vuelta al mundo entre 1519 y 1522. Construida
íntegramente en madera, de veintiséis metros de eslora y siete de manga, con motivo
de la Expo de Sevilla de 1992, esta réplica repitió tal hazaña de circunnavegación, con
veinte tripulantes, durante los años 2004 y 2006, visitando diecisiete
países.
En la actualidad, la Nao Victoria realiza giras a lo largo de puertos de todo el mundo, permitiendo que conozcamos de primera mano un trozo de apasionante historia.
En la actualidad, la Nao Victoria realiza giras a lo largo de puertos de todo el mundo, permitiendo que conozcamos de primera mano un trozo de apasionante historia.
Todo empezó un 10 de agosto de 1519, cuando cinco naos (Santiago, San Antonio, Trinidad, Concepción y Victoria), capitaneadas por Hernando de Magallanes (1480-1521), partieron del puerto de Sevilla, con 245 tripulantes a bordo, para abrir una ruta por el oeste hasta las Molucas, las islas de las especias.
La expedición formada por los cincos navíos, a los que se conoció como la Armada de la Especiería, pretendía establecer un paso que uniera los dos grandes océanos: el Atlántico y el Pacífico.
El 21 de octubre de 1520, tras descubrir el estrecho de Magallanes, al que el propio Magallanes bautizó como estrecho de Todos los Santos, pusieron rumbo al Pacífico hasta alcanzar las Molucas. Ya en su viaje de regreso, con la bodega llena de especias, surcaron aguas del Índico hasta las costas africanas, y después de doblar el cabo de Buena Esperanza, pusieron proa a España.
Magallanes no llegó a finalizar semejante hazaña. Falleció unos meses antes, en Filipinas, herido de muerte a causa de un enfrentamiento con los indígenas. El capitán que lo sustituyó fue Juan Sebastián Elcano (1476-1526), quien, acompañado de los 17 marineros que completaron la vuelta al mundo, en el único de los navíos que llegó a puerto, arribó en el de Sanlúcar de Barrameda un 8 de septiembre de 1822.
La única de las naos que volvió al punto de partida fue la Nao Victoria. Había realizado más de 32.000 millas naúticas, transportaba en sus bodegas todo tipo de especias, y había abierto la única gran ruta comercial transoceánica que uniría Europa, América y Asia durante más de tres siglos.
La única de las naos que volvió al punto de partida fue la Nao Victoria. Había realizado más de 32.000 millas naúticas, transportaba en sus bodegas todo tipo de especias, y había abierto la única gran ruta comercial transoceánica que uniría Europa, América y Asia durante más de tres siglos.
Lo cierto es que, conozcan o no la historia, difícil es no caer subyugado ante un barco histórico cuando lo encontramos en nuestros puertos, y si tienen la posibilidad de poner un pie en cubierta, más difícil será que su mente no resulte acuciada por un montón de preguntas y una curiosidad inmensa; siempre y cuando no sean de esos que simplemente suben para hacerse una autofoto, dejar constancia y ni siquiera percatarse de que todo era madera.
Si además de ser amantes de la historia y del mar, son cinéfilos y bibliófilos, les aseguro también que cuando suban por la pasarela, empezarán a sentirse imbuidos por el arrojo y las sensaciones provocadas por un sinfín de historias que van desde las novelas de Robert Louis Stevenson o Patrick O'Brian hasta las películas de Error Flyn, y la imaginación se les disparará haciéndoles caer en una especie de universo paralelo del que no querrán apearse.
Así pues, si alguna vez la Nao Victoria surca sus aguas, no duden en visitarla. Les aseguro que no se arrepentirán.
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